Ella entra a mi oficina y me susurra: “Tere, hoy tendrás que hacerme una maravilla, necesito un milagro”.

La verdad es que ella no necesita un milagro, necesita una mano que le ayude a transformarse. 

Ella se siente desanimada y necesita algo que la haga sentir hermosa, única, incomparable.

Y ahí comienza mi cometido. trabajo en todas sus superficies, intensifico lo hermoso y escondo lo indeseado, hasta que otra persona florece en esa misma piel. Joven, brillante, seductora, divina.

El interior ahora esta en el exterior, y la veo sonreír, se levanta, lista para aventurarse en las maravillas de la vida.

No es un milagro, es solo maquillaje.